En Lima no hay lluvia, sino llovizna, y como toda llovizna, cae delicadamente pero mojando todo lo que tiene a su paso.
A mi me gusta caminar después de la llovizna, todo se ve con más color , todo es más intenso.
La llovizna, aparte de resalta los colores de la naturaleza, también baja la temperatura del ambiente, dando un frío que en mi caso es acogedor. Ese friesito rico del ambiente que va disminuyendo en mi conforme camino me relaja, es un momento especial y es cuando más rápido se me va el tiempo, llega un momento en que me pongo a pensar en millones de cosas, dejo volar mi imaginación, me pongo a crear historias y situaciones diferentes, estoy en el clímax de mi historia cuando en eso… llego a mi destino y todo acaba. Bueno, por lo menos hasta otra oportunidad.

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